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Tras un verano atípico en cuanto al número de conciertos se refiere (probablemente como consecuencia de la crisis económica) nos espera una pequeña compensación: compartir escenario por primera vez con un grupo profesional internacional.
Nada más llegar nos damos cuenta de que las cosas por fin serán distintas y es que, pese a que nos perdemos y llegamos 20 minutos tarde, no encontramos ninguna reprimenda infantil e innecesaria del tipo “mira cuantos huevos tengo”, más bien todo lo contrario: comprensión y buenos modales.
Para continuar la empresa de sonido es excelente, tenemos camerinos, baño e incluso una toalla limpia para cada uno de nosotros. Después de la prueba nos acompañan hasta un hotel para que descansemos hasta el concierto y nos preguntan a que hora queremos cenar. Ante mi lógico estupor por el buen trato recibido, digno de cualquier otro estilo de música, pregunto a mis compañeros quién es el promotor del concierto y la respuesta es clarificadora: una asociación juvenil sin ánimo de lucro.
Allá donde el que organiza no espera ningún rendimiento económico nos encontramos de nuevo con el origen de la música.
Después de una siesta, una ducha y una cena volvemos con las pilas cargadas al recinto, y allí nos encontramos con unas 3.000 personas (datos de la organización) que están esperando para ver a EPICA. De las 3.000 personas, aproximadamente la mitad se quedan para vernos a nosotros y sin ánimo de ser pretencioso os digo que es el mejor concierto que hemos dado nunca.
Bajamos con gran sabor de boca, contentos de verdad por como ha transcurrido todo y decidimos ir al “merchan” a ver si nuestras sensaciones son reales (lo eran). Después como guinda final alguien de la asociación nos dijo “podéis beber cuanto queráis” y eso es lo último que recuerdo de aquella inolvidable noche.
Carlos barba.
Nada más llegar nos damos cuenta de que las cosas por fin serán distintas y es que, pese a que nos perdemos y llegamos 20 minutos tarde, no encontramos ninguna reprimenda infantil e innecesaria del tipo “mira cuantos huevos tengo”, más bien todo lo contrario: comprensión y buenos modales.
Para continuar la empresa de sonido es excelente, tenemos camerinos, baño e incluso una toalla limpia para cada uno de nosotros. Después de la prueba nos acompañan hasta un hotel para que descansemos hasta el concierto y nos preguntan a que hora queremos cenar. Ante mi lógico estupor por el buen trato recibido, digno de cualquier otro estilo de música, pregunto a mis compañeros quién es el promotor del concierto y la respuesta es clarificadora: una asociación juvenil sin ánimo de lucro.
Allá donde el que organiza no espera ningún rendimiento económico nos encontramos de nuevo con el origen de la música.
Después de una siesta, una ducha y una cena volvemos con las pilas cargadas al recinto, y allí nos encontramos con unas 3.000 personas (datos de la organización) que están esperando para ver a EPICA. De las 3.000 personas, aproximadamente la mitad se quedan para vernos a nosotros y sin ánimo de ser pretencioso os digo que es el mejor concierto que hemos dado nunca.
Bajamos con gran sabor de boca, contentos de verdad por como ha transcurrido todo y decidimos ir al “merchan” a ver si nuestras sensaciones son reales (lo eran). Después como guinda final alguien de la asociación nos dijo “podéis beber cuanto queráis” y eso es lo último que recuerdo de aquella inolvidable noche.
Carlos barba.
O su chica... Ya me extrañaba a mí que fallara en su puesto asignado jejeje